Tres ponencias del Seminario del impacto de nuevas tecnologías del automóvil versaron en torno de cómo el aseguramiento de vehículos aprovechará el mundo digital y el ciberespacio.

El sueño dorado de las aseguradoras de vehículos puede comenzar a hacerse realidad: esa utopía de “tener el conductor virtuoso que no reclama y rechazar aquel temerario que sí reclama” parece estar al alcance de la mano, aunque su concreción no está llena de desafíos.

Se trata del aprovechamiento de la telemática en función de la evolución de la forma como se miden los riesgos para estructurar las pólizas con las que se cobijan a los propietarios de vehículos automotores.

La telemática es, según el diccionario de la Real Academia, la “Aplicación de las técnicas de la telecomunicación y de la informática a la transmisión de información computarizada”, una disciplina que hoy día hace parte inseparable de los automóviles por medio de la cada vez mayor inclusión de equipos y sistemas avanzados de asistencia a la conducción (ADAS).

Tales ADAS ayudan a, por ejemplo, advertir al conductor el abandono involuntario del carril o que rueda por encima de los límites de velocidad, a seleccionar la mejor ruta para llegar a un destino determinado, a detectar la presencia de otros vehículos en un punto ciego, en fin, una enorme cantidad de funciones que, como se advierte, requieren de precisión milimétrica para que cumplan su objetivo y no se conviertan en causa de riesgos.

En virtud de tal precisión varias empresas proveedoras de tecnología ofrecen desde hace algún tiempo en los mercados desarrollados verdaderas ‘cajas negras’ que registran lo que sucede a bordo del automóvil cada segundo y metro.

Reducción de frecuencia de accidentes en 2020 según tasas de adopción de ADAS. Fuente Swiss Re, 2015

Un asunto ético y legal

Decimos que tales cajas negras son capaces de registrar y almacenar lo que acontece a bordo del automóvil como, por ejemplo, el kilometraje, la velocidad, la ruta, las aceleraciones y desaceleraciones (incluyendo las bruscas), los timonazos, la activación de luces y limpiabrisas, etcétera. Pero también la hora y el clima de cada momento durante los tiempos que el auto está en movimiento.

Tal volumen de información es transmitido segundo a segundo en tiempo real y es alojado en alguna nube ciberespacial lo cual, en algunos casos, puede ser información muy sensible para su conductor o propietario.

En Europa ya hay varios años de experiencia con estas cajas negras y con diferentes grados de aceptación: normalmente es la aseguradora la que incluye en la póliza tanto la caja negra (que se paga una sola vez por menos de 50 euros, unos 160 mil pesos), como el servicio de transmisión de datos, con un pago anual (a razón de unos 18 euros, unos 60 mil pesos).

Mientras en Alemania el servicio no ha sido de buena acogida, por el celo de los ciudadanos de ese país a su información personal, en Italia ya hay un parque automotor de seis millones de unidades con tal dispositivo, dado que se convirtió en una poderosa herramienta contra el fraude.

Sin embargo, como la sociedad de cada país es diferente, no se puede generalizar ni la aceptación ni el enfoque que se le vaya a dar a estas tecnologías, luego en la suscripción del seguro debe quedar muy bien determinado el alcance que la aseguradora (o las autoridades, en dado caso) le den a tal información.

Tasa de reducción de accidentes por grado de sofisticación de funcionalidades 2020. Fuente Swiss Re, 2015

Cambios en el modelo

La forma como tradicionalmente se estructuran las pólizas de automóviles en el mundo se puede resumir en la determinación estadística de los riesgos en función de las características del vehículo y de un perfil más o menos detallado del propietario / conductor.

Así se establece un factor que se aplica a un producto llamado póliza de automóviles que en Colombia se acompaña de ciertos valores agregados y por la cual el asegurado paga una determinada suma de dinero, normalmente en función del valor del vehículo en cuestión.

El contacto con la aseguradora o el corredor se reduce a uno anual y a lo único que se le da fidelidad es al valor de la póliza: es decir, el suscriptor normalmente le pide tres cotizaciones anuales a su corredor y se elige la de menor valor.

Pero con la inclusión de la telemática y las nuevas tecnologías se les da paso a los seguros basados en el uso (UBI, del inglés Usage-Based Insurance) que también se conoce como Pague tanto como conduzca (PAYD, del inglés, Pay As You Drive) o Pague Como Conduzca (PHYD, Pay How You Drive).

Esta nueva modalidad se basa en el kilometraje como unidad fundamental de medición para cotizar la póliza y, claro está, incluyendo las variables como tiempo de cada viaje del vehículo, momento de uso en el día, comportamiento del conductor y lugar por donde se conduce.

Producción de aplicaciones con funcionalidades de ADAS. Fuente: IHS Trax, 2015

Como las cajas negras son capaces de medir y transmitir esta información (y mucho más) a las aseguradoras les queda mucho más fácil encontrar perfiles de clientes deseables (e indeseables), detectar fraudes, diseñar estrategias de captación de clientes más rentables, diseñar productos más competitivos y, seguramente correrán las lágrimas de felicidad de los encargados de CRM, multiplicar los momento de contacto con el cliente, de un año a muchas veces en el año, por medio de programas propios o de alianzas con terceros para llegar al usuario a través del celular u otros medios, y así facilitar la fidelización.

El servicio de recolección y análisis de lo que suceda a bordo del automóvil y de su entorno pertenece al concepto de Big Data, dado el enorme volumen de información.

De otra parte, cabe destacar que ante la tendencia de pagar por el uso del automóvil (en lugar de la propiedad), se tiene estimado que los seguros se dirigirán a cubrir los riesgos de movilidad del asegurado, para lo cual las nuevas tecnologías son claves tanto para la tarificación de primas como para el seguimiento del cliente y la determinación de responsabilidades frente a un siniestro.

Como se aprecia, la telemática y las ADAS se ponen al servicio de la seguridad vial, de mejorar la experiencia de la conducción, y de evolucionar el modelo de negocio de los seguros hacia la toma más certera de decisiones en función de la mejor calidad de la información.

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