Aquí le decimos cómo actuar frente a un vehículo que ha
sufrido inundación, sea detenido o en movimiento.

Colombia tiene bien definidas las temporadas de lluvia: la primera del año sucede alrededor del mes de abril, mientras que, la segunda, entorno del mes de octubre. Puede que haya diferencias en cuanto a su severidad, pero lo cierto es que, sea por accidente o por negligencia, siempre ocurre el siniestro de los carros inundados.

Aun cuando el ingreso de agua al vano del motor o al interior del habitáculo siempre tiene un ‘diagnóstico reservado’ en cuanto a su recuperación, en los talleres reparadores no se debe andar con ligerezas y, mejor, analizar los daños y evaluar la viabilidad de la reparación.

En su diagnóstico, los técnicos deben tener en cuenta, principalmente, el estado de funcionamiento del vehículo en el momento de la inundación, es decir, si estaba apagado (estático) o encendido (en circulación), si fue por acción del mar o de una riada, el tiempo de permanencia bajo el agua, entre otras variables.

Bajo el agua

Deterioro por inundación en el habitáculo del vehículo

El agua salada (del mar o de ciertos ríos) causa corrosión donde penetra. Esto puede demostrarse en el deterioro de las puertas después de un año o dos, pero más inmediatamente en la falla de componentes electrónicos como interruptores de espejos, luces, motores de ventanas, alternador, motor de arranque, sensores que activan las bolsas de aire, frenos ABS, conexiones de cables, circuitos electrónicos, computadores y sus conectores, etc.

Los efectos en los componentes electrónicos pueden ser inmediatos o a largo plazo, dada la humedad del ambiente que mantiene el cloruro de sodio (la sal contenida en el agua marina) que es corrosivo.

Sin embargo, el agua dulce también puede causar corrosión, pero solamente durante el tiempo que el vehículo permanezca inundado y hasta secarse. El problema del agua dulce es que normalmente trae lama, lodo u otros contaminantes, los cuales llenan las conexiones eléctricas, los frenos, el alternador y donde se filtre. Si la lama se aloja en estos lugares y se mantiene húmeda, la corrosión continuará.

El punto es que, sea agua salada o dulce, entre más tiempo permanezca el vehículo inmerso, más corrosión habrá en la transmisión, los diferenciales, el embrague, el volante y todo lo demás.

En marcha o detenido

Bielas de motor deterioradas por el agua

Si el motor estaba funcionando en el momento del sumergimiento y el agua llegó a la entrada de aire del motor, sucede que -por su estado líquido- no se puede comprimir en la cámara de combustión. En consecuencia, normalmente se doblan una o varias bielas y ocurre corrosión al interior del motor. Así, el motor tendría que ser desarmado y rectificado.

Si entró agua al motor, pero tuvo la fortuna de apagarse antes de daños catastróficos, en todo caso es necesario cambiar el aceite, inspeccionar el interior con un boroscopio, hacer un lavado interior con productos especiales y, al menos, retirar la tapa de válvulas para inspeccionar y retirar el agua.

Ahora bien, si el vehículo estaba parado y con el motor apagado, los daños son menores pero el agua pudo haber entrado por válvulas abiertas (de admisión o de escape de gases), por el tubo de medición de aceite o por otro conducto abierto.

Focos de oxidación

Es más, un grano de arena puede haber rayado los cilindros verticalmente, razón por la cual la inspección con el boroscopio se hace imprescindible. Un cilindro rayado causa alto consumo de aceite y pérdida de compresión, por lo tanto, habría que desarmar y rectificar.

En todo caso, si el agua salada o sucia llegó al nivel del tablero o del volante será muy difícil limpiar todos los contactos electrónicos en la bolsa de aire, los controles de luces y direccionales, circuitos electrónicos, etc., pero hay que hacerlo -con el consecuente costo- para que el vehículo funcione adecuadamente.

La lluvia es un factor de accidentalidad pero son pocos los que también advierten el peligro del choque hidráulico o hidrolock.

Cuando el agua entra al motor dobla las bielas y, aún peor, daña el bloque y el conjunto de válvulas.

La reparación

Lo primero por considerar cuando sucede este problema es hacer todo lo posible para evitar daños posteriores o daños significativos por contaminación oculta, sea por arenas, sal o bacterias. Si el agua llegó hasta los asientos o cerca de la entrada de aire del motor entre más rápido se logren limpiar y secar las piezas, menos daños habrá. Tomando esto en cuenta, sugerimos la siguiente metodología de trabajo:

Inspección en el mercado del usado

Si está considerando la compra de un vehículo, vale la pena hacer una inspección minuciosa para determinar su estado y tratar de entender las reparaciones que puede anticipar si fue sumergido. Tome atenta nota de las siguientes recomendaciones:

1. Revise la existencia de corrosión en pintura, chasís, pernos, tuercas: abra el baúl, levante la alfombra y la rueda de repuesto. Busque residuos de corrosión o lama. Revise los bordes de las puertas y chapas. Frecuentemente la corrosión está en el lado inferior de la tapa del baúl por la evaporación del agua que la mantiene húmeda.

2. Compartimiento del motor: busque corrosión en los pernos y soportes, lodo entre las celdas del radiador. Revise las esquinas donde sería difícil limpiar, las aletas del alternador, los orificios de ventilación. Puede ser sospechoso si la entrada de aire al motor está perfectamente limpia y si el filtro de aire es nuevo. Observe si el aislante de ruido que viene en el capó y la pared del compartimiento está en su lugar, si no, pregunte. Inspeccione los conectores para el escáner u otras conexiones en búsqueda de posibles lamas o color de cobre o de corrosión.

3. Líquido de frenos: debería ser transparente… aunque muy limpio puede ser sospechoso en un vehículo de segunda mano, muy espeso indica un alto contenido de agua por posible inundación (o abuso en su vida útil).

4. Revise las alfombras. ¿Son nuevas o razonables para el año del vehículo? ¿Tienen su base antirruidos? Revise debajo de los asientos corrosión de los resortes y soportes.

5. Detrás del tablero es un lugar sin tratamiento anticorrosivo. Revise las esquinas y circuitos la existencia de lama o corrosión. Si existe corrosión, es probable que pasó un tiempo en agua. Revise los cables: después de estar sumergidos, muchos se resecan. ¿Funciona el velocímetro? Revise los vidrios del tablero por señas de moho en su interior.

6. ¿Al girar la llave, se prenden todas las luces indicadoras del tablero? ¿Funcionan los medidores?

7. Revise la tela del techo. ¿Tiene manchas de herrumbre? ¿O parece cambiado?

8. ¿Cómo es el olor del vehículo? Intente separar los olores artificiales de los de bacteria y moho. Huela debajo de los asientos y la tela del techo. Si tiene un desodorante colgando, quítelo mientras revise lo demás, dejando las puertas abiertas para ventilar.

9. Las luces exteriores e interiores. Busque condensación o residuos de condensación y corrosión.

10. El aceite: raros son los autos vendidos con aceite nuevo y más raros los compraventeros que cambian aceite para vender el vehículo. ¿Por qué razón está demasiado limpio? Si está lechoso es porque ingresó agua al compartimiento de aceite del motor y formó una emulsión que puede ser por inundación o falla del empaque de la culata.

La recuperación de un vehículo inundado respecto a los daños ocasionados en sus diferentes elementos debe tener un protocolo previo de inspección, así como una metodología adecuada que emplee los recursos técnicos necesarios.

Por lo tanto, el taller y el conductor deben tener claro cuáles son los efectos y costos que pueden causar las inundaciones.

Si todo parece en orden y realmente le interesa el vehículo, lo mejor que puede hacer es llevarlo a un taller para la prueba de fugas de compresión y retirado de una rueda delantera y una trasera para revisar frenos y rodamientos.

Es un pequeño gasto para saber lo que está comprando que le puede ahorrar muchos problemas y costos futuros.

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