Probamos el nuevo Peugeot 208 que en su versión Active HDi de caja manual deja agradables sensaciones de deportividad.

La marca del León tiene una importante historia en el portafolio europeo de sedanes medianos para la familia y, con sus compactos, en las competencias automovilísticas del mundo.

Basta con recordar el famoso modelo 205 GTi de los años 90, que corrió centenares de carreras de turismos, dentro y fuera de la pista, y que incluso en Colombia tuvo numerosos seguidores con aquel famoso bólido traído por Ronnie Albrecht y preparado por el equipo francés Danielson.

En congruencia con esa tradición, el nuevo importador de la marca trae al país el modelo 208, con motor diésel de inyección directa y caja manual de 5 velocidades, que revista AUTO CRASH lo tuvo en sus manos. 

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Este vehículo tiene una característica diferenciadora y es que, como consecuencia de ser propulsado por un motor diésel de 1.600 c.c., desarrolla unos modestos 94 caballos de potencia; pero la característica del diésel y el sistema de admisión de aire sobrealimentado por un pequeño turbocargador, le permite torquear a 215 Nm en apenas 1.500 rpm.

Es a partir de este punto que se vuelve divertido de manejar en las calles, sobre todo para aquellos que les gusta salir rápido luego de arrancar en un semáforo. Como es natural, el ímpetu del torque hace que devore el tacómetro muy rápidamente, lo cual se acentúa todavía más en virtud de las relaciones de caja supremamente cortas, con lo cual se hace necesario cambiar entre relaciones muy frecuentemente cuando se pone a correr este vehículo.

Como el motor torquea con fuerza, es necesario que el conductor este atento al recorrido del embrague cuando se comienza a mover el vehículo, lo cual se torna dispendioso en los trancones.

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Durante el recorrido se pudo disfrutar del torque que genera el motor, pues en el momento de rebasar otro carro, el 208 lo hace sin problemas, aunque con la característica de pedir cambios como consecuencia de su apetito por las rpm. Como gran complemento, así como responde al acelerador, los frenos lo detienen con firmeza y su curso se mantiene estable gracias al reparto de frenado a las ruedas, REF (repartidor electrónico de frenado).

En marcha también se aprecia una dirección suave y precisa al arrancar y parquear, y, eso sí, una vez se comienza a tomar velocidad, esta se ajusta y toma firmeza, sin endurecerse demasiado, para dar una sensación de estabilidad y control. El timón es ajustable en altura y profundidad, lo cual permite que el vehículo se adapte al conductor. Los controles sobre el timón permiten que el conductor mantenga en todo momento las manos sobre este, la navegación es fácil y permite realizar múltiples tareas en el radio y el tablero de instrumentos.

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Al pasar de los kilómetros al mando, este vehículo va tomando características de un carro de carreras, en especial, por la suspensión firme que, al tomar un bache, se siente con toda intensidad en el timón y sobre todo por los pasajeros. Los asientos de conductor y acompañante son cómodos y permiten ajustarse con facilidad, y sus espaldares ofrecen buen apoyo lumbar. En la parte trasera, las otras tres plazas son cómodas para personas con estatura promedio.

Durante las pruebas en carretera, tanto en curvas como en rectas, pudimos comprobar la asistencia y el reparto de frenado que tiene el sistema, de la misma manera se siente la entrada en funcionamiento del sistema de estabilidad al volante.

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