Analizamos la influencia de estas medidas en la mortalidad y morbilidad por accidente de tránsito.

Bogotá, 22 de noviembre de 2016.– Dentro de las múltiples estrategias que se han formulado para la disminución de la accidentalidad en Colombia se encuentran las orientadas a la conducción en motocicleta, debido al aumento que se ha venido presentando en el parque y el crecimiento en accidentes de tránsito.

Según el reporte del Instituto Nacional de Medicina Legal del año 2015, se presentaron 3.234 casos (70,4% del total) de muerte en personas que circulan en motocicleta y 25.020 casos de lesiones (69,12% del total) en el mismo tipo de vehículo, lo cual indica que es el medio de transporte con mayor frecuencia en accidentes de tránsito.

Por estas razones se hace necesario reconsiderar los aspectos de circulación de este tipo de vehículos, con nuevas estrategias de tránsito y en apoyo a las bondades de este vehículo.

Debido a esta situación y a su fuerte impacto en la accidentalidad a nivel nacional, y bajo los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que establece el decenio (2011-2021) de la seguridad vial, se hace necesario dar vía libre a los procesos, estrategias y lineamientos que conlleven la reorientación de esta terrible realidad.

Basados en esta problemática, se reconoce la importancia de generar espacios orientados a todos los actores viales para poder establecer estrategias de disminución de la accidentalidad. La OMS, precedida por el grupo de colaboradores de las Naciones Unidas en seguridad vial, estableció un compromiso mundial de los países para producir mejoras auténticas y planes que se pusieran en práctica a partir de 2011.

Por cierto, dice la OMS en su Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011–2020 que en cuanto a “Vías de tránsito y movilidad más seguras [se debe] aumentar la seguridad intrínseca y la calidad de protección de las redes de carreteras en beneficio de todos los usuarios de las vías de tránsito, especialmente de los más vulnerables (por ejemplo, los peatones, los ciclistas y los motociclistas). Ello se logrará mediante la aplicación de diversos acuerdos de infraestructuras viarias en el marco de las Naciones Unidas, evaluaciones de la infraestructura viaria y el mejoramiento de la planificación, el diseño, la construcción y el funcionamiento de las carreteras teniendo en cuenta la seguridad”.

Uno de los cambios importantes que se han propuesto por administraciones anteriores y actuales se enfoca en el cambio cultural del conductor, así como en modificaciones en infraestructura y señalización vial, lo cual aborda dos de los tres elementos que se ven involucrados en el accidente de tránsito (el tercero toca lo concerniente a los vehículos).

El cambio cultural se aborda desde capacitaciones, campañas de seguridad vial, sensibilizaciones, actitudes y aptitudes, así como el comportamiento en la vía, que pueden desarrollarse en espacios lúdicos.

Sin embargo, el escenario general en el que circula a diario el actor vial debe mostrar cambios sustanciales para no seguir cayendo en el mismo cuadro de accidentalidad, y es hacia adonde están apuntando muchas de las estrategias propuestas y que se orientan al motociclista.

Carriles exclusivos para motocicletas
Una de las modificaciones que puede afectar positivamente las cifras de accidentalidad de motocicletas en Colombia, se relaciona con la disminución en la interacción directa entre motocicleta y vehículos automotores. Aunque se vislumbró alguna iniciativa en el año 2008 bajo la ley 1239, en donde se indica que las motocicletas deben transitar ocupando un carril de circulación y así evitar las maniobras de zigzageo, el país se quedó corto.

El carril exclusivo para motocicletas no es una novedad, pues se implementó inicialmente en un país asiático hacia los años 70 y estableció una disminución cerca del 40%. [2] En Colombia se ha venido desarrollando la estrategia de establecer zonas exclusivas de circulación y, con el ánimo de medir el impacto, ya se han realizado pilotos en ciudades principales.

Por ejemplo, luego de la inclusión de este carril a la derecha de algunas calzadas en la ciudad de Cali, se observan datos favorables y, aunque puede entrar en conflicto con las rutas de buses locales (por su ubicación), la experiencia arrojó buenos indicadores.

La Secretaría de movilidad de Cali informó que “el carril exclusivo para motocicletas y la instalación de las fotomultas, han contribuido a la reducción del 45% de accidentes en la ciudad. Mientras que en 2013 se registraron 23.767 accidentes en la ciudad, a 31 de diciembre de 2014 esta cifra se redujo a 15.218.” [1]

No es fácil el cambio El cambio de infraestructura requiere un análisis minucioso de la concentración del parque automotor y de qué tipo de carril exclusivo podría construirse en consideración a las condiciones que presente la vía, de forma que no sea traumático para los usuarios habituales.

Una forma sencilla de generar espacios para circulación podría ser, en aspectos generales, similar a las ciclorrutas habilitadas, pues al encontrarse por fuera de la calzada de circulación de los vehículos, se protegería al motociclista.

Sin embargo, las condiciones de las vías actuales y la inversión limitarían la nueva infraestructura de este tipo, por lo que una opción puede ser la generación de un espacio dentro de las mismas calzadas, en las que sea posible diferenciar su ubicación por medio de la señalización horizontal.

Es cierto que estos elementos requieren una reorganización del tránsito y reingeniería en tramos, pero es un bien común y algo que debería realizarse como un gran primer paso encaminado a la disminución de la mortalidad en un medio de transporte que, aunque suele encasillarse como peligroso, tiene también bondades en cuanto a beneficios económicos y de movilidad.

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