La participación del género femenino en la cifra total de fallecidos por accidente de tránsito durante 2022, creció del 15% en 2021 al 18%.
Una mirada al primer semestre del año da cuenta de un incremento importante de las cifras de muertes asociadas a siniestro viales.
Estas alcanzaron un número cercano a las 3.700 vidas perdidas, lo que representa un crecimiento del 15% respecto al mismo periodo del año anterior.
La cifra por sí sola ya es escandalosa, pero al analizarla por género, se evidencia un crecimiento del 37% respecto al total de fallecimientos para el género femenino, al pasar de 491 a 671 muertes.
El aumento eleva la participación de la mujer respecto a la cifra total de fallecidos, al pasar del 15% en 2021 al 18% en 2022.

Si se mira en la participación del género femenino en las cifras de muertes analizadas por medio de transporte (Moto / Automóvil) y tipo de usuario, el panorama presenta un crecimiento para el tipo de usuario conductor de motocicletas, al pasar del 34% (84) en 2021 al 40% (123) en 2022.
Esto indica un crecimiento del 46% y, para el caso de los automóviles, una reducción del 47%, al pasar del 15% (12) en 2021 al 5% (7) en 2022.
Tales datos, aunados al crecimiento en la participación de fatalidades del peatón (26% en 2021 al 31% para el 2022), dan cuenta en parte del crecimiento general presentado.

El género expuesto
Al observar la participación del género femenino en las cifras de muertes analizadas por medio de transporte (moto/automóvil) y tipo de usuario (conductor/pasajero), el panorama presenta unos resultados que vale la pena resaltar en el comparativo:
- La mujer como actor conductor representa 19% en las fatalidades por género.
- En el total de fatalidades como conductor, las que se dan en motocicleta representan el 95% para el género femenino.
- El crecimiento en fatalidades para el género femenino como conductor llega al 35% con mayor incidencia los eventos en motocicleta, con un crecimiento del 46%.
- Las fatalidades de las mujeres como actor pasivo (pasajero) en moto o automóvil representan 45% del total, con un impacto del 60% los eventos en motocicleta.

Los informes disponibles del Observatorio de la Agencia Nacional de Seguridad Vial dan cuenta de que la frecuencia siniestral está asociada a la poca pericia e inexperiencia de los conductores, los cuales se concentran en los grupos etarios de menor rango de edad y que, por consiguiente, también tuvieron acceso reciente a su licencia de conducción.
Así, una mirada a los grupos etarios que concentran la mayor cantidad de fatalidades para el actor vial conductor (moto/automóvil) para el primer semestre de 2021, comparado con 2022, revela un detrimento de la realidad de la mujer.
Dicen las cifras que los grupos etarios relacionados concentran el 44% de las fatalidades en los hombres y el 61% en las mujeres durante el primer semestre del 2022, mientras que para 2021 la participación era del 42% y 41%, respectivamente.

Las causas
Este análisis de cifras de mortalidad por género, actor vial y medio, concluye que los aspectos que impulsan al alza las cifras de siniestralidad en el país, en general, tienen una estrecha relación con los niveles de exposición.
Es evidente que la mujer tiene un rol más protagónico en la sociedad y ser un actor vial activo (conductor) es parte de este proceso.
En Colombia las licencias de conducción activas tienen una distribución por género: 72% hombres y 28% mujeres.
Estas últimas tienen una cobertura estimada para el grupo etario de 15 a 64 años (rango de edad media de conducción) del 22%, frente al casi 60% del género masculino para el mismo grupo.
Para el primer semestre de 2021, considerando la estimación de la población en edad de conducir (Moto/Automóvil) – grupo etario 15-64 y las cifras de siniestralidad para el actor vial conductor, se puede establecer una tasa de mortalidad por cada 100 mil licencias activas, así: 17 fatalidades en hombre y 3 en mujeres.
Esta información tendría un nivel mayor nivel de relevancia si se contara con las cifras que involucran al actor vial por género en los siniestros viales en general y no vistos exclusivamente desde las fatalidades o lesionados.
Sustentado en lo ya expuesto, para el caso del género femenino esta participación tiende a crecer, lo que implica que las cifras de siniestralidad tienen una relación de proporcionalidad con la exposición, los cual podría corroborarse con cifras actualizadas a 2022, a las cuales no fue posible acceder por los canales de consulta abierta, pero que es evidente con el crecimiento de fatalidades.

La experiencia y pericia en la conducción: es evidente que todas las personas que acceden por primera vez a la licencia de conducción y a una recategorización deben pasar por un proceso de validación de competencias relacionadas con el conocimiento, la habilidad y con comportamiento, hechos que no son exclusivos de género o actor vial en particular.
El comportamiento del actor vial: indiferente de su rol, género o grupo etario, todos los usuarios de la vía o su entorno deben acatar irrestrictamente las regulaciones que presenta el Código Nacional de Tránsito.
En ello es imperativo implementar acciones desde la primera infancia con el fin de propiciar que las nuevas generaciones tengan unos hábitos más seguros que los actuales.
En términos de inversión e impacto, es más efectivo trabajar en el niño que ajustar el comportamiento del adulto. Prueba de ello son los resultados de mortalidad que a la fecha analizamos y que están en total contraposición con los indicadores que presenta la ANSV, en términos actores viales impactados, con las diversas acciones emprendidas y que se espera arrojen resultados en el corto y mediano plazo.
La vulnerabilidad de algunos actores viales: en su orden, peatones, ciclistas y motociclistas presentan un alto nivel de vulnerabilidad ya que no cuentan con ninguna estructura que resguarde su integridad.
Es evidente lo vulnerable que es un peatón en la vía, teniendo como única defensa el comportamiento vial propio y de los otros actores.
Para mitigar el impacto generado por la interacción con los automóviles, estos deben estar dotados con sistemas de seguridad pasiva en su zona delantera que absorba la energía que se transmite al peatón en un atropellamiento, situación que se garantiza con la adopción de reglamentos técnicos internacionales.
Para el caso de los ciclistas, al igual que los peatones, su principal defensa es el comportamiento vial y las estructuras de seguridad pasiva presentes en los vehículos.
Hacerse visible con el uso de chalecos reflectivos y luces debe ser su prioridad, al igual que llevar un equipamiento básico de seguridad como el casco y guantes.
Una parte de los motociclistas ostenta el premio a la transgresión de la normativa vial y a la conducción temeraria e irresponsable.
No por nada, el mayor porcentaje en fallecimientos y lesionados por accidentes de tránsito es atribuido a este medio de transporte.
Sumado a ello, se debe considerar que la infraestructura vial no es la mejor y las deficiencias y costos del transporte público jalona a sus usuarios hacia modelos de transporte alternativo.
Los sistemas de seguridad en las motocicletas brillan por su ausencia o muy baja participación en las ventas de baja cilindrada (hasta 250 cc).
Los implementos de seguridad personal no cuentan con reglamentos técnicos que garanticen la protección que deben brindar a los usuarios y los que cuentan con ellos – como es el caso de los cascos.
Las entidades encargadas de garantizar su cumplimiento son excedidas operativamente, lo que implica que no todos los cascos cumplen con la norma.
Dado lo anterior y asumiendo tal realidad, el motociclista debe ser consciente de que su humanidad es lo único que tiene para afrontar una colisión.
No hay un chasís o estructura que lo proteja y es por ello que la selección adecuada y uso de los implementos de protección personal es relevante ya que mitigan el impacto del siniestro.◣