Llegamos a la segunda edición de los Premios Vía que, como es sabido, destacan a los mejores autos y marcas en las categorías de equipamiento de seguridad, costos de reparación y mejor experiencia posventa para beneficio de todos.
Hace dos años junto con Fasecolda nos propusimos sacar adelante esta iniciativa, pues en el meridiano de la década de la seguridad vial, los compromisos estatales por la reducción de la accidentalidad y la mortandad en las vías estaban todavía por verse.
Los resultados de la primera versión llamaron la a atención porque el premio al Mejor equipamiento de seguridad, en la categoría de autos más económicos, quedó desierto, pues el equipamiento de los vehículos de entrada a esa gama -la de más fácil acceso al consumidor- no contaban con los mínimos que nos propusimos defender (frenos ABS, airbags frontales y cinturones de seguridad en todas las sillas).
Posteriormente, a mediados del año pasado recibimos con emoción la Resolución del ministerio de Transporte, según la cual se exigirán estos mismos equipos a partir de los autos modelo 2017.
Pero el baldado de agua fría nos lo dio la presidente de General Motors, Mary Barra, cuando hace pocas semanas respondió un requerimiento de la Agencia Latinoamericana de Evaluación de Autos Nuevos (Latin-Ncap), relacionado con la muy baja calificación de los vehículos Chevrolet vendidos en este continente.
La señora Barra simplemente se lavó las manos al decir -palabras más, palabras menos- que la razón del nulo equipamiento y la pobre ingeniería de los autos que arman las filiales de gigante automotor estadounidense en Latinoamérica eran así para no alejarlos del consumidor.
Con todo respeto, señora Barra, pero nada justifica poner en riesgo la vida de los consumidores -sus clientes- y menos la irresponsabilidad de diseñar y de equipar pobremente sus productos. Por el contrario, el liderazgo de las empresas, de cualquier índole, se centra en ofrecer siempre lo mejor al consumidor, en un ambiente de sana competencia porque, de no ser así, ¿en dónde queda el desarrollo de la tecnología, los mercados y los estándares?
Si el criterio general fuera el simple costo al consumidor, para la industria aseguradora -por ejemplo- sería más rentable indemnizar automóviles que se dañen menos ante la ocurrencia de un siniestro y eso se obtendría por vías de eliminar los equipos de seguridad pasiva, hipótesis a la que nos oponemos.
Con esta segunda entrega de los Premios Vía, los gremios asegurador y reparador no solamente premiamos a las marcas que se preocupan por equipar mejor sus vehículos en materia de seguridad activa y pasiva, sino que lo hacemos bajo el concepto de la responsabilidad social que toda empresa debe tener en el momento de comercializar sus productos.
A los ganadores de esta edición, nuestras más sinceras felicitaciones y sea este un espaldarazo para que en los modelos 2017 que están por venir el criterio del equipamiento sea la seguridad de los seres humanos, de los miles de hombres, mujeres y niños que a diario abordan vehículos en pos de la obtención de sus sueños y confían en la industria automotriz para lograrlos.

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