Del combustible al kilovatio: Colombia impulsa la revolución de la movilidad eléctrica

En los últimos años, Colombia ha avanzado notablemente en su transición hacia la movilidad eléctrica, impulsada por un firme compromiso gubernamental y el deseo de reducir las emisiones contaminantes. En el contexto del Día Mundial sin Carro, resulta esencial destacar el estado actual del sector de la electromovilidad en el país, desde la creación de la Ley 1964 de 2019, que promueve la electromovilidad, hasta los esfuerzos recientes para incorporar tecnología más limpia y enfrentar los desafíos que aún persisten.

La Ley 1964 de 2019 ha sido fundamental en la construcción de los cimientos para la transición energética en Colombia, orientada hacia la movilidad eléctrica. “Esta ley no solo promueve la electromovilidad en vehículos particulares, sino que abarca un espectro amplio que incluye desde patinetas y bicicletas hasta vehículos livianos y pesados, con el objetivo de reducir significativamente las emisiones contaminantes,” explica Diego Pardo, docente e investigador del programa de ingeniería mecánica de la Universidad Antonio Nariño (UAN).

Según las cifras del RUNT, el parque automotor de Colombia cuenta con más de 17 millones de vehículos, de los cuales el 60 % son motocicletas y el 39 % corresponde a automóviles, camionetas, camiones, buses, y otros vehículos de carga. Estos datos son cruciales, ya que el tráfico vehicular es responsable de un 78 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en el país, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

El plan de transición energética de Colombia es ambicioso: para 2030, toda la flota vehicular oficial del Estado deberá ser 100 % eléctrica. Este compromiso incluye patrullas de policía, ambulancias y otros vehículos oficiales. El crecimiento en la venta de vehículos eléctricos también ha sido significativo, con 3.656 unidades matriculadas en agosto de 2024, lo que representa un incremento del 42,4 % en comparación con el año anterior.

En Bogotá, se han inaugurado recientemente dos nuevas estaciones públicas de recarga eléctrica, y más de 195 buses de la operadora distrital La Rolita ya funcionan con energía eléctrica. Sin embargo, como señala Pardo, “la falta de una red de recarga pública extensa sigue siendo uno de los mayores desafíos en el país, lo que limita el avance de la electromovilidad.”

Uno de los principales retos tecnológicos es mejorar la autonomía de los vehículos eléctricos. Actualmente, la mayoría de los vehículos eléctricos en Colombia tienen una autonomía promedio de 300 km por carga. “El desarrollo de baterías de estado sólido, que mejoren esta capacidad y reduzcan los tiempos de recarga, es crucial para el futuro de la electromovilidad,” menciona Pardo.

Además, la Ley 762 de 2022, que regula la homologación de motores y vehículos, asegura que todos los vehículos nuevos importados cumplan con estándares internacionales de emisiones. Esto evita la importación de motores obsoletos, aunque implica un aumento en los costos debido a la tecnología más limpia.

La calidad de los combustibles en Colombia ha mejorado significativamente, con Ecopetrol proveyendo combustibles de alto estándar internacional desde hace varios años. Esto ha tenido un impacto positivo en la reducción de emisiones y en la eficiencia de los motores.

El interés de los ciudadanos en la movilidad sostenible también ha sido un factor clave en el aumento de las ventas de vehículos eléctricos, así como en el uso de bicicletas, motocicletas y patinetas eléctricas.

Colombia está explorando alternativas a los vehículos eléctricos tradicionales, como los motores impulsados por hidrógeno verde. “Ya se han desarrollado prototipos de vehículos impulsados por hidrógeno verde, colocando al país en una posición competitiva a nivel internacional,” destaca Pardo.

Aunque estas tecnologías aún enfrentan desafíos como su alto costo, representan el futuro de la movilidad sostenible. El gran reto será hacerlas accesibles y viables económicamente para el mercado masivo.

Colombia ha dado pasos importantes hacia la movilidad eléctrica y la reducción de emisiones contaminantes, pero aún enfrenta desafíos significativos. La falta de infraestructura de recarga pública y la necesidad de actualizar el parque automotor son obstáculos que deben superarse para alcanzar las metas propuestas para 2030. “La transición energética en Colombia es un proceso en desarrollo que requiere de esfuerzos conjuntos entre el gobierno, la industria y la ciudadanía para lograr un impacto real y sostenible en el medio ambiente”, concluye Pardo.

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