Huyéndole al trancón, muchas personas optarán por la conducción nocturna durante este fin de semana festivo. Sin embargo, hay que tomar precauciones porque de noche se afecta el más importante de los sentidos: la vista.
Bogotá, 3 de noviembre de 2016.– Es casi obvio mencionar que de lo único que no puede prescindir el conductor de un vehículo es de la vista, pues con ella no solo puede llevar el vehículo por la ruta indicada y segura sino que le advierte la ocurrencia de algún peligro.
De esta forma, con la llegada de la noche se deben incrementar los cuidados pues no faltan los riesgos ocultos a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, la oscuridad provoca la pérdida de agudeza visual y disminución del campo visual, lo cual hace ocultar peligros visibles con luz diurna, como aquellos objetos de color oscuro que no se ven sobre el fondo oscuro de la noche.
Otra particularidad de la noche es que en la oscuridad no se aprecia ni velocidad ni movimiento, lo cual desemboca en que se necesita de mayor tiempo para identificar e interpretar correctamente la señalización vial vertical, horizontal y de balizamiento.
En la noche se reduce el tránsito automotor, lo cual crea una falsa sensación de aumento de la confianza, pero sin tener en cuenta que por la baja densidad del tráfico otros actores de la vía también pueden relajarse y cometer imprudencias que generen accidentes.
Además, se puede sufrir deslumbramiento por los faros de los vehículos que vienen de frente unido a que, por el ciclo circadiano de cada persona, en la noche se acentúa la fatiga y el cansancio.
Romántica y peligrosa
Al hacer el paralelo entre las conducciones diurna y nocturna, se aprecia la enorme desventaja que trae la ausencia de luz. Basta con observar el siguiente cuadro la abismal diferencia para reírse de quien afirma con desfachatez que prefiere “manejar de noche porque así voy relajado y tranquilo”:
Ante la contundencia de la evidencia técnica, lo único por hacer frente a la conducción nocturna es el cambio de conducta para prevenir accidentes.
Por lo clarito, nunca por la sombrita
Durante la noche es cuando menos se debe abusar de la seguridad, pues se debe estar en capacidad de detener el vehículo dentro del campo de iluminación de las luces, dado que ese es el campo visual disponible. Por lo tanto, la máxima velocidad en condiciones óptimas (piso seco, concentración plena y vehículo en perfectas condiciones) debe ser 60 km/h.
De otra parte, dicen que lo cortés no quita lo valiente, de manera que nadie debe enfrascarse en una guerra de luces: si el vehículo que viene en sentido contrario trae luces plenas, avísele con un par de cambio de luces pues, simplemente, puede que venga distraído y su advertencia lo haga aterrizar agradecidamente.
Al ser tan reducido el campo visual durante la noche, cualquier mugre en el parabrisas complica la situación todavía más. Recuerde que un vidrio limpio, libre de grasa y suciedad, ayuda a una mejor visión y a conducir con menor tensión y cansancio, además de que reduce los efectos del deslumbramiento.
Así mismo, se debe mantener limpio y reglado el sistema de iluminación, tanto para ver y ser vistos, como para no incomodar a los demás usuarios de la vía. El reglaje se debe hacer tanto en la dirección del haz de luz como de su altura sobre el suelo, teniendo en cuenta la carga que se transporta.
Por último, ya se ha dicho varias veces que el peatón es impredecible y por lo tanto peligroso. Pero de noche, además es invisible, pues cuando se circula por una vía con doble calzada, separador y doble sentido de circulación, se debe tener especial cuidado con los peatones, ya que ellos nos ven pero nosotros no a ellos, debido a las luces de los vehículos que circulan en sentido contrario.
Ojo a la noche
- Aumente la distancia de seguimiento en vehículos livianos de 3 a 4 segundos y en vehículos pesados de 5 a 6 segundos.
- Si aparecen síntomas de fatiga, se debe detener el vehículo inmediatamente. Descanse por lo menos 15 minutos y cambie la rutina, es decir, haga pausas activas que ayuden a aumentar el flujo sanguíneo cada 1,5 horas de conducción. Si persisten los síntomas, se debe dormir por lo menos 30 minutos.
- Cuando empiece a oscurecer, se deben encender de inmediato las luces, so solamente los cocuyos.
- Cuando nos adelanten, si llevamos luces plenas, debemos bajarlas para no deslumbrar al conductor que nos rebasó.
- Tenga en cuenta que los efectos de la fatiga y el sueño son especialmente peligrosos en los últimos kilómetros del recorrido, debido a la ansiedad por llegar.
- Evite temperaturas elevadas bajando las ventanas o encendiendo el aire acondicionado.
- Cuando se presente una avería en el vehículo en horas de la noche, se deben ubicar dispositivos retrorreflectivos y activar las luces de posición.
- No tome medicamentos que generen somnolencia.
- Si es posible, reduzca al máximo la intensidad de las luces del tablero, porque entre más iluminación en el interior del vehículo, menos capacidad visual al exterior.
- No realice maniobras bruscas, ya que esto puede confundir a los conductores que van detrás o al lado suyo, recuerde que estos también tienen reducida su capacidad de reacción.
- En la conducción nocturna el cansancio y la fatiga aparecen más rápidamente debido al esfuerzo físico (visual) y a que el reloj biológico le predispone a dormir.
- En la noche, la percepción oportuna de obstáculos se reduce considerablemente ya que el campo visual, la visión periférica, visión de profundidad y la percepción cromática disminuyen, se produce el “efecto túnel”.
Gracias por su interés en la seguridad vial. Recuerde citar a Cesvi Colombia como fuente de la información.